_¿Estás bien? Loco estás bien?
La cabeza me duele mucho, no puedo abrir los ojos.
_¿Estás bien?
Me da vueltas la cabeza, no logro acomodar las ideas, no logro nada, veo estrellas, parchones blancos, todo está nublado, oigo voces, gruñidos, todo muy mezclado y raro, no entiendo nada.
-¿Estás bien?
Sigo escuchando esa pregunta y no sé si es a mí o a alguien más. Estoy acostado en el suelo empapado de sudor, sostengo mi cabeza fuertemente con las manos, siento que va a estallar en cualquier momento y no tengo ganas de estallar, no en este momento. No entiendo nada.
-¿Estás bien mae?
-Sisisi estoy bien, estoy bien.
Respondo solo para que no me pregunten más.
-¡Te dije que no probaras esa mierda!
Sigo sin entender nada, siento la mente en blanco, no recuerdo nada.
-¿Cual mierda?
Respondo con los ojos cerrados, cada vez que intento abrir los ojos un poco se me vuelven a cerrar, me duelen mucho. Estoy encandilado, un sol que me derrite el cerebro está justo arriba, detrás del montón de siluetas que no logro distinguir, no puedo ver. Me resigno a no ver por el momento, a dejar de luchar por entender, me relajo y descanso ahí mismo, en el suelo, siento la tierra, los distintos tipos de hierbas, cómo 14 para ser exacto, estoy rodeado de matas de todo tipo, las puedo sentir, hay bichos que me andan por el cuerpo y se me suben por los brazos al cuello y la cara, no son muchos pero son, hay mucha vida debajo de mí, es una parte mía también, no sé como explicarlo.
-¡Esa mierda roja, te dijimos que no probaras esa mierda!
El dolor de cabeza era tanto que no me había dado cuenta que la boca la tenía muy lastimada también, chimada, no era como el dolor de cabeza, era distinto, era como de una quemada, como si alguien me hubiera quemado toda la boca por adentro con un tizón o con algo muy caliente, el calor seguía ahí, la lengua la sentía tan entumida como el cerebro.
-¿Cuál mierda roja?
Seguía dialogando con alguien que no tenía idea quién era, pero su voz me era familiar y como me hablaba ‘sabía’ o sentía que no era alguien extraño.
-¡Esa mierda que apareció ahí, esa mata nueva!
Pude medioabrir un poco un ojo lloroso y ver las matas que me rodeaban, estaba metido en el medio de muchas plantas llenas de frutos rojos, un rojo intenso, eran muchos frutitos. De repente comencé a tener recuerdos rápidos y mezclados, Vi la foto del matrimonio de mis papás, me vi nacer, crecer, jugar con pájaros y saltamontes, me vi caminando por el dosel de los árboles, vi la noche relampaguear, atardeceres y amaneceres, vi cosas nuevas que nacían, vi un volcán hacer erupción y crecer con determinación, me vi en el reflejo del agua con la luna de fondo y me vi de frente a esas matas, a esos cosos rojos, me vi probando uno, traté de advertirme y no me escuché, me vi gritando y cayendo, golpeándome la cabeza y desaparecer entre las matas, vi la noche pasar y el día y la noche y el día de nuevo, me vi rodeado de animales, me vi solo.
-¿Mae loco estás bien?
-Si estoy bien.
Le dije mientras me intentaba sentar, me ayudaron manos ajenas a lograrlo.
-Gracias, les dije mientras los pude ver por primera vez con claridad…
¡Eran monos! estaba en medio de monos, eran muchos, había de todo tipo, no entendía nada, qué putas está pasando? Me veían con preocupación en sus ojos!
-¿Estás bien?
¿Qué putas voy a estar bien? era lo único que pensaba mientras los veía muy asustado, no podía decir nada aunque quisiera. De pronto me vi las manos, ¿para qué putas lo hice? Eran manos huesudas y peludas de mono, una tenía aún pedacitos rojos del frutito de la mata y la sentía ardiendo. Fue mucho para mi, todo se puso borroso y no recuerdo más de ese día.
Me desperté en otro lugar, estaba fresco y ventilado, estaba alto, sobre los árboles, sentí un escalofrío y me sostuve de mi cama de hojas fuertemente y me vi las manos de nuevo, que mierda, seguían siendo manos de mono, huesudas y peludas, pero ya el impacto no fue tanto, me las pude ver de cerca con atención un buen rato, no me arden ya, el pulgar está más abajo de lo que estuviera en mi antigua mano, huelen rico, como a galletas de coco y saben a suela de chancleta pero rico, juraría que tengo las huellas digitales iguales a las viejas pero mucho más marcadas, las yemas son duras, callosas y mis uñas son fuertes y oscuras, los nudillos los tengo cubiertos por mucho pelo, me froto los brazos sintiendo ese montón de pelitos cortos y tupidos, es una sensación agradable, estoy caliente, me siento cómodo, de repente me acuerdo de mi abuelita humana que era muy peluda y la nostalgia me lleva a lugares que sólo el que tiene o tuvo una amorosa abuelita peluda sabe de lo que hablo.
De repente siento algo moverse debajo mío y en eso salió una especie de serpiente peluda que empezó a atacarme la cara, duré mis buenos segundos en darme cuenta que no era un ataque, ni era una serpiente peluda, ¡era mi cola y me estaba dando besos! Si, tenía cola y parecía feliz de verme. No sé como explicar esto, pero siempre he querido tener cola, me parece un error evolutivo haberla perdido y hela ahí, una cola bella, con unos tonos cafés y rojizos oscuros que me recuerdan las de las ardillas, pero la mía es más linda, tiene vida propia pero la puedo mover, le cuesta estar solo descansando, prefiere siempre estar agarrada de algo, es como un cinturón de seguridad con decisiones propias, bastante útil si uno quiere vivir acá tan arriba. El vértigo se me ha ido quitando y me doy cuenta sobresaltado que hay por lo menos 30 monos viéndome perplejos jugar con mi cola, llevaba más de media hora jugando con mi cola. Para ellos es normal porque siempre han tenido, no me jodan.
-¿La cola está bien?
Preguntó con un poco de cinismo el mismo mono que me había hecho preguntas antes.
-Si, estaba quitándole basurillas que tenía del piso.
-¿Cómo te sentís?
-Bien, ya no me duele la cabeza y no me arde la lengua ¿qué está pasando? ¿donde estoy? ¿Quiénes son ustedes?
-¿Quiénes somos nosotros? ¡Somos los mismos changos de siempre, te jodiste la cabeza duro!
Sentía miedo pero a la vez había una calma que hacía que ese miedo se fuera evaporando lentamente, mi respiración se calmó y estaba cómodo, me sentía en familia, acuerpado por estos monos que los comenzaba lentamente a reconocer, estaban los Cariblancos, inquietos y desconfiados, los Titís con sus enormes ojos no paraban de tratar de entender que me estaba pasando, si creía que mis manos eran pequeñas las de ellos eran minúsculas, el dedito pequeño de esa manita es más pequeño que un arroz, son delicadas y a la vez fuertes y traicioneras. Los monos Araña con sus brazos y patas largas se balanceaban sin detenerse y me miraban con una especie de ternura, me extrañaban y yo a ellos, lo comenzaba a sentir. Pude ver que habían Congos, grandes y poderosos, con mirada sabia, ellos me cuidaron este tiempo que pasé inconsciente y me dejaron descansar, después supe que fueron varios días.
-¿Sabés cómo te llamás?
Me preguntó suavemente con cariño una mona congo, era sin duda la más sabia, hablaba muy poco, pero cuando lo hacía, los demás callaban y escuchaban atentos, era la primera vez que decía algo en todo este tiempo.
-No, no sé donde estoy.
-No pasa nada, probaste el fruto rojo.
-¿El fruto rojo?
-Es un fruto que salió después de los días más terribles que hemos pasado, cuando estalló el volcán finalmente, después de años de estar amenazando, estalló, al mismo tiempo que una tormenta eléctrica nos tuvo empapados durante días, fue duro, pasamos juntos abrazados cubiertos de sombrillas de pobre y cuanta hoja grande encontramos, pensamos que iba a ser el final. Después cuando vino la calma, el bosque había cambiado, algo había pasado, y entonces encontraste esa mata.
-¿Yo?
-Si, te fuiste de noche, solo, sonámbuleando cómo siempre, te perdimos por días, te encontramos acostado en medio de las matas de esa cosa roja.
-No me acuerdo de nada.
-¿De nada?
-No, no sé ni como me llamo…
-Todos en el Reino Animal te llamamos Maltiox-Moren, que en lenguas indígenas significa ¡El Elegido!
-En serio?
-No jajaja, te llámás Brayan.
-¿Brayan?
-Si, te decimos Carnemolida de cariño, solo para tortas sos bueno.
-Prefiero Maltiox-Moren.
-No lo dudo, pero es que sos bien tortero Brayitan.
-No me acuerdo de nada.
-Seguro te golpeaste la cabeza por andar probando esas mierdas, todos te dijimos que no.
-No me acuerdo.
–Pasaste hablando dormido mucho tiempo, estábamos preocupados, ¿qué cosa es alquiler?
-¿Qué?
-Pasaste hablando de alquileres, Zapote, fin de año, aguinaldos, cobrar más, tarjetas de cerditos…
-de crédito…
Dijo cáutamente un Tití.
-Ah si, ¡de crédito!
-No sé qué es eso…
¡Mentí! Claro que lo sabía, y claro que recordaba, pero estaba petrificado de miedo, a pesar de tener una hermosa cola y una piel brillante que olía a lavanda y rabo, tenía miedo por que recordaba quien era finalmente, me vino todo de golpe, como un par de cachetadas en las axilas.
Soy Brayan Arturo Chinchilla Fernández, tengo casi 23 años, trabajo en Ciudad Mágica tiempo completo, jornada continua, soy el orgulloso encargado de La Tagada, llevo más de 14 años de Tagadero profesional, sé muy bien todo lo que tiene que ver con mi profesión y aún así todos los días aprendo cosas nuevas, nunca dejo de sorprenderme, ¿cómo algo tan sencillo y hermoso genera tantas cosas? Se me conoce en el gremio por mi juego de muñeca a la hora de manejar esa compleja y bella máquina, una obra de arte de la ingeniería, es la creación estrella de la tercera mejor compañía de Tagadas de todo el sureste de Paraguay. Me gusta lo que hago, la gente se ríe, la pasa bien, vomita, sale en youtube, cumplo mis faenas y dejo mi Tagada siempre como quedó, dicen que el agua y jabón le dan mala suerte así que ¿para qué arriesgarse?
Paso nomadeando con mi caravana por todos los rincones del país, lo hacemos desde que tengo memoria, son mi familia y de una forma u otra nos sentimos parte de la sociedad, cobrando precios casi justos por 2 minutos montados en una máquina con tan solo hora y media de fila. Podríamos mejorar todo eso pero no, nos gustan las filas largas que decoran el ambiente, los tornillos oxidados, su olor, su sabor y el peligro latente de una demanda, nos gusta el riesgo. Por eso levantamos chunches y jalamos de un día para otro, a ver donde nos agarran. Antes teníamos a La Horrorosa pero pasaba triste y con la moral baja, la llevamos a participar en talleres energéticos para subirle el ánimo y la condenada nos mandó para el carajo después de eso, ahora tiene una Pymes de asesoramiento para personas con problemas de autoestima y le va muy bien, se llama La Horrorosa Vos S.A.
Los monos me seguían viendo, analizándome e intentando descifrar lo que me pasaba, y no se me ocurría nada, no les iba a contar del Barco Pirata, los baños de pared ajena y las comidas que no expiran, no podía, son cosas de nuestra especie. Se me ocurrió seguirles la corriente y ver qué pasaba, lo más seguro es que tengo una maldición de un día o es una de esas historias que el mae de la peli se levanta y todo había sido un sueño y después le aparece un collar en la manos y NO, no era un sueño, lo dejan a uno todo bateado, sin saber que creer, ¿era un sueño? ¿era real? Cómo en el Sexto Sentido, uno no sabe nunca que el mae está más muerto que el abuelo de Batman hasta el puro final.
-¿¿¿¿ESTÁ MUERTO????
Preguntaron a gritos todos los monos a la vez. Parece que estaba pensando en vos alta todo este tiempo y además de cagarles la peli a los monos que no la habían visto, se dieron cuenta de todo, que no soy un mono, que me gustaba La Horrorosa en secreto – que pena – saben de mi familia y de que no hemos pagado la caja en añales, de renta ni hablemos.
-¿Cómo que está muerto?
Los aullidos de los Congos fueron de miedo, son los bichos más ruidosos del planeta, ahora imagínese 30 metidos en un cuarto aullando enojados con el dvd del Sexto Sentido sin abrir, hecho pedazos entre todos, la furia fue tal que yo me les uní, entre todos le dimos una lección a Bruce Willis, Yipikayey maderfoker, ahora si vemos gente muerta!
Los monos y yo, osea la gallada, después de ese adrenalinazo, hicimos un collage con los pedacitos del dvd en la parte que viene siendo la pared del fondo, por donde está el palo de mandarina, hay muchas flores de todo tipo y los pedacitos les dan brillo mientras giran por el viento. Ya parece que a nadie le importa quién soy, o qué me pasó, a mi tampoco la verdad, no está mal esta vida, extraño un poco mi otra familia, pero creo que eso es parte de crecer, cambiar, transformarse, la cabeza no me duele y ya puedo saborear, la Conga mayor me ha estado compartiendo cosas para comer, tortillas palmeadas con queso y pelos de amor de mona, los mejores mangos maduros que he probado en mi humana/mona vida, les doy un mordisco y cojo uno nuevo, son demasiados. Las lagartijas tibias, frescas y saladitas, la colita es una exquisitez, los bananos dulces e inacabables. Hacemos huevos con arroz y tomate, le ponemos miel e insectos que hay por todo lado, una vida de lujo, sólo me hace falta algo para terminar de hacer este, el manjar de mi vida, un poco de picante!
Me acuerdo de las matas de chile donde desperté, habían unos Fantasmas y unos Panameños, me pareció también ver un palo de limón mandarina, con eso me basta para una salsa picante bien rica. Es tanto el antojo de picante que me escabullo al lugar donde volví a nacer, la soledad es suficiente compañía, tengo los oídos azurumbados de tanto grito de mono, al principio es una belleza, los diferentes tipos de aullidos y gritos, sus tonos, su alegría contagiosa, sus malos chistes que hacen mucha gracia por la forma en que los cuentan. Después de un par de horas es de volverse loco, los chamacos no se callan, siempre están haciendo desmadre, repiten los malos chistes a cada rato y todos se rien como si fuera la primera vez que los escuchan, hay cacas por todo lado y a todos les parece que está bien, cómo si no tuvieran el resto del bosque para andar dejando sus asuntos.
Voy acompañado únicamente por mi mejor amiga, mi cola, le he puesto Lupe en honor a La Horrorosa cuyo nombre real es Jaqueline Guadalupe Mora Porras, -no le digan que les dije porque me mata, le gusta su nombre de batalla- Vamos volando por las ramas, la altura me gusta, me siento seguro en todo momento, cuando un error de novato me hace agarrar una ramita débil, Lupe me mantiene a salvo, agarrada con premonición Nostradámica de una rama más fuerte, su inteligencia me sorprende, es realmente como tener un brazo saliendo de las nalgas, es la extensión de mi columna vertebral, se mueve como una lengua peluda, puedo contorsionarla de miles de formas raras y su tacto es como el de los dedos, es cuidadosa y fuerte, me sirve para muchas cosas, puedo ir manejando y con la cola me voy sirviendo bocadillos o cambiando la música, es una excelente copilota.
Una vez que nos acercamos siento que la cosa se va poniendo color de hormiga, hay nubes grises que están a punto de soltar un aguacero en cualquier momento, se puede saborear en el viento, mi pelaje bello se eriza y me advierte de los peligros que no veo. Los árboles se agitan con fuerza, parece que se van a arrancar desde la raíz y hace rato no se escuchan pájaros. Seguimos sin detenernos, vemos entre el bosque el brillo que nos llama, es un brillo rojo, una advertencia para cualquiera con 2 dedos de frente, para cualquiera menos para este par de insensatos aventureros del picante.
Puedo saborear esos chiles, son como suculentas manzanas prohibidas, tan llenos de energía, tan atrayentes, tan cerca, los puedo oler, puedo sentir su calor y su respiración, veo a uno abriendo lentamente un ojo de chile, el ojo más bello que haya visto, ni siquiera mi amada Horrorosa tenía una mirada tan atrayente, tan serena, tan cercana, tan chueca.
No me di cuenta, estaba con la bocota abierta, a punto de morder ese delicioso chile, -lo he anhelado toda mi monesca vida lo juro- estaba a punto de enchilarme de nuevo, de sentir ese placer raro, esa explosión en la boca, ese baile de saliva con picante y comida masticada, ese juego eterno, ese miedo adictivo y masoquista. No pude morder el chile porque Lupe en un intento desesperado por salvar mi vida ante este peligro que ya conocía, porque se lo contaron las otras colas, alejó de mí ese rubí, mi precioso, mi todo, no podía dejar que una cola decidiera por mí y la agarré por su cuello de cola, o lo que viene siendo como el cuello de ella, forcejeamos mucho tiempo, Lupe no cedía y yo no iba a renunciar a mi chile, me dio varios golpes al hígado que me hicieron retroceder un poco, caí y salimos rodando los tres, ella luchando desesperadamente por salvar mi vida y yo por enchilarla completamente, el chile salió dando vueltas en una nube de polvo, alejándose de nosotros que veíamos atónitos ahorcándonos mutuamente, cómo se iba rebotando, acercándose peligrósamente a un precipicio con lava volcánica al fondo.
Lupe, más ágil que yo en todo escenario imaginable, salió descopetada, dispuesta a todo por dejar que mi vida se alargara sin sentido un día más, pero yo aproveché para hacerle un movimiento de muñeca tipo Tagada que no la vió venir, quedó inconsciente de una, a mí me dolió en puta, es como pegar el dedo chiquito en la cama de noche. Mi amiga estaba en el suelo, noqueda, dormida, roncando plácidamente como siempre. La vi con ternura, era lo que siempre quise, una cola amiga, una cola hermana… le di un beso en su frentecita, la acomodé y le hice una camita con hojitas para que estuviera cómoda.
El mordisco que le di al Fantasma apenas tuve oportunidad, ha sido sin duda alguna, una de las cosas más estúpidas que he hecho en mi vida, fue cómo morder un carbón al rojo vivo, la lengua se me contrajo, los ojos se me cerraron tanto que las lágrimas calientes salían a chorros soltando vapor, el sudor frío bañó todo mi cuerpo, mojó mi hermoso pelaje, Lupe estaba empapada roncando desentendida, yo no podía abrir los ojos, el dolor de lengua, la boca hirviendo.
Mis alaridos de mono se tuvieron que escuchar a kilómetros, me quedé sin aire, sin respiración, sin gritos, sin conciencia.
_¿Estás bien? estás bien?
La cabeza me duele mucho, no puedo abrir los ojos.
_¿Estás bien?
Me da vueltas la cabeza, no logro acomodar las ideas, no logro nada, veo estrellas, parchones blancos, todo está nublado, oigo voces, gruñidos, todo muy mezclado y raro, no entiendo nada.
-¿Estás bien?
Sigo escuchando esa pregunta y no sé si es a mí o a alguien más. Estoy acostado en el suelo empapado de sudor, sostengo mi cabeza fuertemente con las manos, siento que va a estallar en cualquier momento y no tengo ganas de estallar, no en este momento. No entiendo nada.
-¿Estás bien Brayan?
… No entiendo nada, abro los ojos lentamente y la veo, la cosa más hermosa que haya visto en mi vida, Lupe, La Horrorosa me mira con esos ojitos chuecos tan llenos de amor, tan llenos de dulzura, las escasas perlas de su boca, su aliento de pandemia, el amor de mi vida. Me pone en mi mano una botella de PierdeAlmas abierta, sigo sin entender, me doy cuenta que estoy en mi puesto de la Tagada. Miles de ojos viéndome, unos con risa, otros con furia.
-¡Brayan te dijimos que no probaras esa mierda cuando estás trabajando, por eso te dicen Carnemolida, estoy harta!
La Tagada estuvo dando vueltas por 9 horas seguidas, me desmayé probando PierdeAlmas, le puse mucho al pinto parece, nadie más sabía manejar la tagada y no pudieron pararla, un mae salió cómo un sapo y cayó en un chinamo de churros quebrándose un brazo. Otro mae puso el record mundial de Fijos de Tagada, un deporte internacional que se ha propuesto a las olimpiadas en muchas ocasiones y rechazado en todas, son esos maes que se paran en el medio y hacen equilibrio un gran rato, se necesita como requisito único e indispensable tener gorra y buenos tenis, ese mae estuvo haciendo un fijo de 4 horas y media, hasta dio tiempo a que llegaran los de Guiness a darle el premio. También Llegaron los de las noticias, todos en Ciudad Mágica estaban presenciando la Tagada Máxima, haciendo apuestas, ¿Se iba a morir alguien? ¿Cuántos más van a salir volando? ¿El que maneja la vara está bailando dormido?
Todos y todas vomitaron varias veces, fue un caos. Lo único positivo que le veo a toda esta locura es que por fin lavamos la Tagada, para la suerte dicen.
La Horrorosa me dejó porque es la octava vez que me pasa y está cansada de andar con alguien tan feo como yo que para colmo le dicen Carnemolida, me fui con la caravana a otro pueblito, para evitar las demandas y eso, cuando iba montado en mi camión con la Tagada a cuestas, noté que tenía mi mano cerrada fuertemente y estaba ardiendo, cuando la abrí descubrí maravillado y asustado que tenía un chile rojo hermoso partido a la mitad por un mordisco.
Me acordé de Bruce Willis muerto haciéndose el vivo y yo de imbécil todo asustado, de la foto del matrimonio de mis papás, de los monos, de mi abuelita y el gallito que me mandó para el almuerzo con una botella de PierdeAlmas y una carta que lo único que decía era: ‘Entrele sin miedo Brayitan, en esta vida nacemos para enchilarnos, con amor tu Abuela Peluda‘